La humanidad siempre ha utilizado signos trazados para comunicarse. La imagen ha permitido entrar en contacto con otros hombres y con los poderes superiores. Pero que los trazos puedan ser una emisión sin destinatario, eso sigue siendo algo desconocido.
Pero cuando estos dejan de estar destinados a los demás, cuando quedan liberados de la necesidad de ser entendidos por un receptor, la manifestación se convierte en Expresión de la Memoria Orgánica, y eso conlleva consecuencias inesperadas.
Una orientación de la capacidad de emisión como esta no se produce sin que se den ciertas condiciones. La expresión se activa y se estimula en el Closlieu, lugar en el que queda al abrigo de influencias y distracciones.
¡Imagina ese lugar alejado de las presiones de la vida cotidiana! ¡Imagina el encuentro, en ese lugar, de una docena de personas que han olvidado la competencia, porque lo que realmente destaca son sus diferencias: su diferencia de edad, de personalidad, de origen, etc! Finalmente, imagina una actividad que tenga las virtudes de un juego y la seriedad de una tarea en la que se concentran todas las facultades del ser.
¿Puede uno llegar a imaginarse algo así? ¿Puede uno imaginarse actos realizados por una necesidad interior y que no crean una obra? Se trata de actos autosuficientes que provocan un placer no experimentado, a través de estos trazos se libera una retención orgánica muy antigua y la Formulación es el único modo de manifestación de esa memoria.
En eso consiste el Dibujo en el Closlieu. Pertenece a un sistema coherente y universal y puede emanar de cada individuo independientemente de su condicionamiento cultural.